jueves, 25 de septiembre de 2008

Los Clásicos: Oviedo

Inauguramos una nueva etiqueta para este Blog: "Los Clásicos". Sin duda Oviedo esta dentro de este grupo.
El servicio siempre impecable y estable, lo cual sin duda contribuye a establecer una buena relación cliente-restaurante o cliente-mozo si uno es lo suficientemente obsesivo como para intentar ir siempre a la misma mesa o zona del establecimiento, . Además esta vez me llamó la atención observar lo que seguramente es un ejercicio clásico de enseñanza gastronómica: mozos noveles tomando algunos movimientos en ciertas mesas con el ojo atento y el consejo preciso del mozo conocedor.
El Salón: Me gustan las arañas, sólidas y de luz suave, le dan carácter al lugar, muy buenos los dibujos de Brascó, debo confesar que la parte principal de salón que da a la calle no es lo que mas me gusta del restaurante, es un poco ruidoso y las mesas están un poco juntas, además me parece que comer es un acto íntimo y el contacto con la vereda no aporta nada a la experiencia. Por eso siempre pedimos las mesas de atrás de la planta baja que son como "privados" dentro del restaurante. Otro hit: los fumadores tienen su propio espacio en el primer piso, mas tranquilo que la planta baja pero igualmente elegante. En definitiva hay mesas para todos los gustos y creo que suma para el lugar.
Los enseres impecables: platos, cubiertos, mantelería y cristalería están a al altura de la calidad que se respira en todo el lugar (incluso recuerdo alguna charla con el mozo de "nuestro sector" acerca de los standards que se utilizan para los tamaños de los platos según el tipo de comida). Me atrevería a decir que la cristalería debe ser de las mejores de la cuidad por calidad y variedad.
Carta viva, sólida, con clásicos que perduran en el tiempo ( la tortilla, el pulpo gallego, los hongos de Pinamar, los arroces, el cordero de la Biznaguita, y el chanchito -¿le dieron vacaciones al chanchito?-). En esta última visita detectamos novedades en la carta: el ragout de liebre, el de ciervo, unos ravioles de funghi ... Siempre quedan ganas de volver por algún platillo y me quedé con ganas del, también clásico, atún rojo con puré de wasabi. La carta de vinos es un placer, hay para todos los gustos y presupuestos; 500 etiquetas en bodega entre 14.000 botellas, accesibles vinos por copa y coleccionables que esperan algún festejo o metejón. Otro clásico de Oviedo son sus oportos, "la antigua costumbre de beber ése vino dulzón fortificado con un toque de brandy" para antes o después de las comidas.
Habiendo marcado la cancha, vayamos a los bifes.
Recurrimos a nuestro sistema de compartir tres platos + postre (1 entrada+2platos o 2 entradas +1 plato y a veces 3 entradas) Siempre me da la sensación (generalmente durante el 2º plato) que nos quedamos cortos, pero al terminar el postre la opipariedad siempre nos invade.
Me gusta lo de compartir todos los platos, me parece que lo disfrutamos más como equipo, y nos da la posibilidad de probar mas opciones del menú. Y como la onda viene de clásicos, elegimos tres básicos de la cocina mediterránea y nos hicimos por el mismo precio un recorrido por Francia, España e Italia, todo regado con malbec salteño (clásico pero no tanto?? o un nuevo clásico??) De postre no podía ser otra cosa que: chocolate!!!. Premier: Foie gras mi cuit (¿novedad? no recuerdo haber visto anteriormente foie en Oviedo). Vino tibio, presentado sobre un zócalo de papa, con un aderezo ¿agridulce? alrededor, lo recubría una lámina de caramelo. No recuerdo muy bien otros ingredientes, pero la culpa no era del foie sino de Baco que me tenía embobado con un San Pedro de Yacochuya 2000, dificil de encontrar en otro lugar que no sea en la bodega del Sr. Garip. Un "vino de la Ostia" como le leí a alguien en el Cuerpo de Cristo. Cada tanto me cruzo con ese vino y no me puedo resistir; para mi es un vino bíblico y si Cristo hubiera tenido que hacer milagros enológicos hubiera seguido los consejos de San Pedro, el de Yacochuya.
Lo bue si bre 2 veces bue y el foie compartido duró un suspi. Segundo: había llegado con la idea de comer tortilla, es mas creo que elegí todo el resto del recorrido por la carta con el único objetivo de acompañar una tortilla. La ordenamos babé; muy rica, temperatura y punto perfecto, chorreaba un poquito el huevo, le tuve que pasar el pancito (¿podría ser un poco mejor la panera de Oviedo?) aderezamos con pimienta y yo le agregué una pizca de sal. Me hizo acordar a las tortillas de Commander (Malabia y Vera, no existe más) q se ganó el lugar de mito que muchas veces acompaña a la desaparición. Antojo saciado y felicidad.
Terzo: Risotto de Hongos. Las otras 2 opciones de Risotto son de langostinos (buenísimo) y de Mar (no lo probé). Los arroces son uno de los platos insignia de Oviedo. Sobrevuela cierto aire de contradicción entre Risotto y Oviedo (pero q catzo importa), es mas si van a la carta on line y entran a paellas se van a encontrar con los Risottos (lo perfecto no es amigo de lo bueno). El punto del arroz, perfecto, cremoso, estaba presente el queso (supongo pecorino) y obviamente los hongos secos. Casi un postre.
Postre: Coulant de chocolate (otro classic) con helado de chocolate amargo. Esta fue una concesión para con mi amada. Por todo lo que le cedo a ella recibo el doble. La combinación del chocolate tibio del coulant con el frió del helado resultaban muy agradables. El coulant respondía perfectamente a las reglas del buen arte y el helado de chocolate viene con unos toques de especies que tan bien van con el cacao.
Terminamos ahí. Dejamos los espirituosos para casa. Cuenta, taxi y home sweet home.

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