martes, 18 de noviembre de 2008

Villa la angostura

Finalmente, después de 7 años, volvimos a Villa La Angostura. Armamos un paquete canjeando puntos de Lan que teníamos guardados, y aprovechando el final de la temporada baja (31 de octubre) conseguimos promociones de alojamiento en la Hostería Las Balsas y en el Hotel Correntoso, 2 clásicos de la zona. Cuatro noches en total (2 en cada hotel) que rindieron muy bien teniendo en cuanta que salimos de Buenos Aires un miércoles a la mañana rumbo a Bariloche y regresamos desde el mismo aeropuerto el domingo a última hora de la tarde. Cinco días casi completos para una muy fructuosa escapada patagónica. Llegamos al mediodía a Las Balsas, previo taxi de una hora desde el aeropuerto. La Hostería, que pertenece a la cadena Relais & Chateaux, está unos kilómetros antes de llegar a la Villa sobre el lago Nahuel Huapi en la Bahía Las Balsas en pleno Parque Nacional. Pequeña, ya que cuenta con solo 15 habitaciones tres de las cuales son suites, es un lugar acogedor y relativamente sencillo pero su gran capital es el emplazamiento y la atención que distingue a esta cadena de hoteles y restaurantes en el mundo: el staff logra que uno se sienta que dispone del lugar, que está solo aunque no lo esté y que cualquier cosa que se nos ocurra es posible. Decorado con cierto eclecticismo las habitaciones no tienen TV, son un tanto pequeñas (aunque no conocimos las suites) y a pesar de tener vista al lago no es el lugar donde uno se quedaría.

El spa y la pileta están a la altura de la cadena. Detalle: productos de LÓccitane en el baño.

El desayuno era una fiesta matinal. Debo confesar que me levante pensando en el desayuno. veamos: cookies 3 o 4 variedades, de chocolate, de manteca tipo dinamarquesas, tarta de coco y dulce de leche, mini medialunas, cereales varios, yogures, jugos naturales. panes de todo tipo, dulces y salados. Recomendados también pedir algo de cocina como el omelette de salmón ahumado.

Pablo Campoy es el chef del restaurante de Las Balsas. La carta es interesante, de autor, pero elegimos un menú degustación de 5 pasos que no defraudó y que incluyó unos alcauciles rellenos de braseado de ternera, unos huevos de codorniz poché, trucha patagónica y cordero patagónico en dos cocciones; para terminar una degustación de postres. No había ciervo, una pena. Elegimos un Unus para beber. La carta de vinos es extensa y bien provista.

A unos minutos de auto de allí nos dirigimos hacia el Correntoso. Otra cosa. Nuestra estadía en El Correntoso coincidió con la inauguración de la temporada de pesca y con la maratón de la Angostura por lo cual el hotel estaba bastante concurrido. El hotel, que data de los años 30 del siglo pasado aunque con reformas, está ubicado en un lugar inigualable aunque muy diferente al de las Balsas que es resguardado y boscoso. En Correntoso el lago es abierto y desemboca el rio Correntoso que lo conecta con el lago del mismo nombre, apenas unos cientos de metros. La vista es más imponente y la historia del lugar es asombrosa. El hotel está impecablemente restaurado. Nos gratificaron con una suite en el último piso con bañera en la habitación con vista al lago.


Lo primero que hicimos al llegar es ir al bar pedirnos un aperitivo. Un negrone y una cerveza. Excelentes. Nos abrió el apetitio el aperitivo. Almorzamos bien en el restaurante del hotel una pasta rellena de trucha al limón. Parece que es un plato ancestral de lugar. Muy rico. El servicio impecable. Sin embargo, la comida a la noche no es para recordar.

El hotel cuenta con un segundo restaurante "El Puerto", una casita de madera que sirven comida sencilla para "pescadores" al horno de barro y que está a la altura del lago. Comimos una pata de cordero con papas y batatas memorable.

A pesar de lo difícil que resultaba despegar de tanto placer en ambos lugares hicimos algunas excursiones gastronómicas por la villa.

Tinto: Definitivamente no es su único merito ser el restaurante del hermano de la princesa de Holanda, Máxima. Confesemos que llegamos con prejuicios pero nos retiramos con culpa por haberlos tenido. Marcos comió un ojo de bife con un crocante de queso con una salsista de alcauciles, alcaparras. Memorable. De entrada un tiradito de truchas muy rico y yo un cordero al vino tinto que no fue lo mejor que comí en el viaje.

 

Cerca de Bahía Manzano está La Delfina. El lugar es perfecto, ecléctico, decorado en una suerte de estilo shabby uso nostro en colores claros sobre la Bahía de Puerto Manzano pegada a la hostería La Escondida, un lugar histórico de la villa. La carta es, otra vez, un poco mucho "fusión". La comida no estuvo bien, una pena. Langostinos un tanto blandos, empanados pero sin crocante. El cordero en dos cocciones un poco seco. Volveremos cuando la cheff este al frente nuevamente, que esta de licencia por maternidad.

Algunos comentarios finales: ¡Como les gusta la fusión a los cocineros de la Angostura!!. Mucho langostino, coco y maracuyá !!! A nuestro juicio, amén de la trucha y el cordero que abundan en las cartas, faltan productos regionales tratados como los chefs saben: hongos, carnes de caza, etc. No tuvimos tiempo de regresar a Waldahaus que parece que se especializó en la cocina regional; quedará para la próxima.

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