Reconozco que a veces nos dejamos dominar por los prejuicios lo cual nos priva en ocasiones de innovar. Osaka es un ejemplo: nuestras incursiones gastronómicas en Lima nos disuadían de recurrir a versiones locales de cocina peruana, fusión peruano japonesa o nikkei. Pero finalmente después de varios años visitamos por primera vez este restaurante. Primero fue Marcos con un amigo y hoy fuimos juntos, lunes de enero al mediodía.
Estaba tranquilo, la ambientación es sencilla, hasta descuidada. El servicio, aunque joven, es muy correcto. La carta es extensa y muy interesante a tal punto que resultaba dificil elegir: refleja las diversas opciones de fusión: japonesa, china, thai o vietnamita y tiene un buen surtido de sushi; ceviches, tiraditos, causas!!!, woks con arroces, platos de autor, braseados y tapitas. Tiene un salón no muy grande en la planta baja otro en la planta alta. Una barra de sushi y otra de tragos.
Paso a relatar. Compartimos un tiradito "Mi Perú", clásico, de chernia. Delicioso. Después varias "tapas": unos pañuelitos de centolla, mani, filadelfia y nigei, fritos, con una salsista de maracuyá y rocoto; unos mariscos al fuego servidos en unas conchas con una salsita picante -"manteca japonesa"- que son servidas con un fueguito; unos langostinos en cuchara con barbacoa y curry y tempura. Por ultimo un cheescake de maracuyá sobre una masa de algarrobina y frutos rojos. Tomamos una saporo y un pisco sour. No es barato pero vale lo que se paga; y es una interesante aproximación a la fusión peruana.
La verdad que todo fue buenisimo, la calidad de la materia prima, la calidad de las frituras y
Solo una obsrvación: no hay demasiados platos con maracuyá?.
Volveremos.
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