jueves, 27 de noviembre de 2008

Bengal

Lo primero es lo primero. Anoche 27 de noviembre de 2008 comí unos de los rissottos mas ricos de los últimos tiempos. Una manteca, diría el Bambino Veira (sé que la analogía no es muy gourmet). Habiendo dicho esto pasemos al review de Bengal. Es un lugar particular. Generalmente se escuchan buenos comentarios acerca de su cocina, que junta (pero no mezcla) comida italiana con india (esta vez habia algunas opciones peruanas, tiradito de chernia, pulpo asado y algunos platos onda fusión). Propuesta ecléctica pero de muy buenos resultados. Siguiendo con las particularidades, hay mas platos fuera que dentro de la carta. Esto es raro, hasta un poco incómodo, no da mucho lugar a la planificación de la cena o de algun tipo reflexión acerca de los platos o como combinarlos; es imposible acordarse de todas las opciones que los mozos describen gentilmente. Detalles: el restaurante es pequeño. hay 3 boxes para 4, para dos personas, las mesas no son las mejores, están cerca del baño y muy cerca de la barra, lugar donde se juntan el dueño y algunos responsables del emprendimineto a discutir y conversar sobres cuestiones del lugar, que a mi como cliente no me incumben y la verdad es que tener personas hablando a 83 cm de distancia no suma. Las copas no son posta, el resto de la vajilla está bien. Panera rica. Volvamos al ruedo. La clásica costumbre de compartir 3 platos;  una entrada: burrata, jamon de parma, rúcula, albahaca y cherries: muy rico el quesito, muy rico. Una pasta: lasagna a la emiliana, clásica, especialidad de la casa, estaba muy bien, ternera picada, parmesano y a diferencia de la de Il Materello, (a mi entendes el standard de lasagna de Buenos Aires, viene con tomate). La porción esta muy bien y compartida rindió. De terzo, el ya mencionado rissoto, a limón con mascarpone con un corderito braseado que combinaba optimamente con la acidez del arroz, con un punto perfecto, cremoso, calentito, suave; qué rico estaba el rissoto!. Postre: un sambayon al plato, recién batido, finito, gratinado, con bochita de crema americana, nos encantó. Cafés:  cortito uno, cortito y con crema el otro, Cabrales ellos, muy bien también. Para terminar unas grapitas italianas, bien de temperatura, en lindas copas ad hoc  (free). Todo regado con un merlot premiun de Joffre y sus hijas. Oblamos jundred dolar. valió cada verde pagado. Volveremos, espero que muchas veces.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Amici Miei

Paredes color durazno, (con y sin ladrillo a la vista), manteles negros, bovedilla de ladrillo a la vista, cuadros con inclusiones de telas, piso de baldosa color ladrillo, tipo terraza. La carta era tentadora, buena variedad de entradas, pastas y arroces. Flojito de vinos, amén de los faltantes, los precios y la temperatura. Decidimos compartir 3 platos para poder recorrer mejor la carta. Arrancamos con unas girgolas de entrada, que vinieron con rúcula, escamas de parmesano y chorro de aceto rociando todo que me trajo la imagen de esos pomos de plástico que usan los cocineros (aflojen con el aceto como diría francisco mallmann) y sal gruesa,(para deshidratar, nos dijeron) muuuuuuucha sal gruesa, demasiada sal gruesa. De pasta panzottis, unos pañuelitos rellenos de mozzarella de búfala con albahaca, tomates cherry y salsa/puré de tomate: que queres que te diga, la parte en q se juntaban las 2 pastas para cerrar los pañuelitos estaba cruda y la salsa de tomate no aportaba nada al plato, el relleno bien. Para terminar risotto con trufa negra, de sabor rico, la trufa estaba, pero los granitos de arroz al final hacían ruidito, o sea estaba medio crudito. 2 cafés, que ni recuerdo. 3 aguas minerales (me había comido una  picadita a la tarde y tenía sed) Arnaldo B 2003.  100 y pico dolar con propina. NUNCA MAS.

martes, 18 de noviembre de 2008

Villa la angostura

Finalmente, después de 7 años, volvimos a Villa La Angostura. Armamos un paquete canjeando puntos de Lan que teníamos guardados, y aprovechando el final de la temporada baja (31 de octubre) conseguimos promociones de alojamiento en la Hostería Las Balsas y en el Hotel Correntoso, 2 clásicos de la zona. Cuatro noches en total (2 en cada hotel) que rindieron muy bien teniendo en cuanta que salimos de Buenos Aires un miércoles a la mañana rumbo a Bariloche y regresamos desde el mismo aeropuerto el domingo a última hora de la tarde. Cinco días casi completos para una muy fructuosa escapada patagónica. Llegamos al mediodía a Las Balsas, previo taxi de una hora desde el aeropuerto. La Hostería, que pertenece a la cadena Relais & Chateaux, está unos kilómetros antes de llegar a la Villa sobre el lago Nahuel Huapi en la Bahía Las Balsas en pleno Parque Nacional. Pequeña, ya que cuenta con solo 15 habitaciones tres de las cuales son suites, es un lugar acogedor y relativamente sencillo pero su gran capital es el emplazamiento y la atención que distingue a esta cadena de hoteles y restaurantes en el mundo: el staff logra que uno se sienta que dispone del lugar, que está solo aunque no lo esté y que cualquier cosa que se nos ocurra es posible. Decorado con cierto eclecticismo las habitaciones no tienen TV, son un tanto pequeñas (aunque no conocimos las suites) y a pesar de tener vista al lago no es el lugar donde uno se quedaría.

El spa y la pileta están a la altura de la cadena. Detalle: productos de LÓccitane en el baño.

El desayuno era una fiesta matinal. Debo confesar que me levante pensando en el desayuno. veamos: cookies 3 o 4 variedades, de chocolate, de manteca tipo dinamarquesas, tarta de coco y dulce de leche, mini medialunas, cereales varios, yogures, jugos naturales. panes de todo tipo, dulces y salados. Recomendados también pedir algo de cocina como el omelette de salmón ahumado.

Pablo Campoy es el chef del restaurante de Las Balsas. La carta es interesante, de autor, pero elegimos un menú degustación de 5 pasos que no defraudó y que incluyó unos alcauciles rellenos de braseado de ternera, unos huevos de codorniz poché, trucha patagónica y cordero patagónico en dos cocciones; para terminar una degustación de postres. No había ciervo, una pena. Elegimos un Unus para beber. La carta de vinos es extensa y bien provista.

A unos minutos de auto de allí nos dirigimos hacia el Correntoso. Otra cosa. Nuestra estadía en El Correntoso coincidió con la inauguración de la temporada de pesca y con la maratón de la Angostura por lo cual el hotel estaba bastante concurrido. El hotel, que data de los años 30 del siglo pasado aunque con reformas, está ubicado en un lugar inigualable aunque muy diferente al de las Balsas que es resguardado y boscoso. En Correntoso el lago es abierto y desemboca el rio Correntoso que lo conecta con el lago del mismo nombre, apenas unos cientos de metros. La vista es más imponente y la historia del lugar es asombrosa. El hotel está impecablemente restaurado. Nos gratificaron con una suite en el último piso con bañera en la habitación con vista al lago.


Lo primero que hicimos al llegar es ir al bar pedirnos un aperitivo. Un negrone y una cerveza. Excelentes. Nos abrió el apetitio el aperitivo. Almorzamos bien en el restaurante del hotel una pasta rellena de trucha al limón. Parece que es un plato ancestral de lugar. Muy rico. El servicio impecable. Sin embargo, la comida a la noche no es para recordar.

El hotel cuenta con un segundo restaurante "El Puerto", una casita de madera que sirven comida sencilla para "pescadores" al horno de barro y que está a la altura del lago. Comimos una pata de cordero con papas y batatas memorable.

A pesar de lo difícil que resultaba despegar de tanto placer en ambos lugares hicimos algunas excursiones gastronómicas por la villa.

Tinto: Definitivamente no es su único merito ser el restaurante del hermano de la princesa de Holanda, Máxima. Confesemos que llegamos con prejuicios pero nos retiramos con culpa por haberlos tenido. Marcos comió un ojo de bife con un crocante de queso con una salsista de alcauciles, alcaparras. Memorable. De entrada un tiradito de truchas muy rico y yo un cordero al vino tinto que no fue lo mejor que comí en el viaje.

 

Cerca de Bahía Manzano está La Delfina. El lugar es perfecto, ecléctico, decorado en una suerte de estilo shabby uso nostro en colores claros sobre la Bahía de Puerto Manzano pegada a la hostería La Escondida, un lugar histórico de la villa. La carta es, otra vez, un poco mucho "fusión". La comida no estuvo bien, una pena. Langostinos un tanto blandos, empanados pero sin crocante. El cordero en dos cocciones un poco seco. Volveremos cuando la cheff este al frente nuevamente, que esta de licencia por maternidad.

Algunos comentarios finales: ¡Como les gusta la fusión a los cocineros de la Angostura!!. Mucho langostino, coco y maracuyá !!! A nuestro juicio, amén de la trucha y el cordero que abundan en las cartas, faltan productos regionales tratados como los chefs saben: hongos, carnes de caza, etc. No tuvimos tiempo de regresar a Waldahaus que parece que se especializó en la cocina regional; quedará para la próxima.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Marcelo

Si no le molesta que el pan de la panera sea malo (adrede?),  que le cobren por el pan de pizza (bien) sin que se lo aclaren, si no le molesta tener que  compartir la comida por que las porciones  son grandes, si no le molesta pedir un colome state  malbec  y le traigan un 2007  recién salidito (al mismo precio q el premiado 2006),  si no le molesta una decoración despreocupada¿?,si no le molesta que  el tiramisu no tenga mascarpone y si tampoco le molesta tener que ir a Puerto Madero, usted puede ir a comer a Marcelo, Av. Alicia Moreau de Justo 1140.

El lugar no está mal, ni bien, que se yo. Nos sorprendió lo lleno del local para miércoles, se nota que hay mucha clientela, lo cual suma. Empezamos con un clásico como las olivas ascolanas, podrían tener menos pan, estaban un poco pasadas de gusto o de  sal, y venían con una mayonesita con picles que restaba puntos. Acompañó una porción de jamón de parma (mmmmmmmmmm, me queda la duda) acompañado con rúcula (según Eugenia había hojas amarillas, yo no las vi). El jamón estaba bien pero no sé si pasa un control estricto de migraciones.

A la hora de elegir la pasta nos costo. Todo muy cremoso o tucoso, cero sutilezas, cros a la mandíbula. Creo q ni pesto había. Nos sugirieron ravioles rellenos de carne  saliendo gratinados de parmesano, en crema con tomates y alguna hierba. Ricos. El relleno era un puré de carne (que mala que es ella: dice q tenia gusto a caldito knorr) y no quedo ninguno. De postre tiramisú. Un poco dulce para nuestro gusto, parece que el mascarpone faltó y mandaron a sambayon para la suplencia. 2 cafeces. Casi cien dólar per tutti. No será mucho?

 

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